01 septiembre, 2014

Fuego, aire, agua y Tymora

En anteriores episodios de las Crónicas de Kisara...

Dentro de Pueblo Tulipán, protegidos por la magia de Tymora, los tres aventureros se adentraron en la nube de veneno e investigaron. Fueron atacados por las tres serpientes de la profecía que había tenido Kisara, pero acabaron con ellas. Justo después, doblaron una esquina de una calle y se encontraron con una enorme criatura, mitad lava y mitad viento, que les esperaba delante de la taberna del pueblo. La que acababa, en la profecía, con sus vidas.

-Oh, Tymora, protégenos...
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Un rápido vistazo a su alrededor, y Yu tenía una idea más o menos clara de hacia dónde ir. No esperó por nadie e, intentando pasar desapercibido, se escabulló hacia la derecha, en dirección al almacén de nuez moscada. Kisara había terminado de conjurar una protección de área, teniendo a Aeldran siempre en rango. La guerrera esperó mientras estudiaba a su enemigo, que parecía estar convocando algo.

Tres perros deformes aparecieron a su lado, y se lanzaron hacia Aeldran decididamente. Pero la protección de Kisara hizo efecto: las convocaciones no podían acercarse lo suficiente a ellas, de forma que esperaron a unos pasos, enseñando los dientes y gruñendo. El ente extraño de lava y aire se acercó entonces a Aeldran, y durante unos segundos hubo una serie de esquivas e respuestas entre los dos, hasta que finalmente la gran guerrera incrustó, con un golpe lateral, toda la hoja de su enorme espada en el "cuerpo" de su enemigo.

El cielo se cubrió de repente, y un rayo alcanzó algún edificio cercano.

Aeldran extrajo el arma de su enemigo, esperando que la herida que le había hecho al ente fuese suficiente como para matarlo, pero lo que vio fue cómo su espada perdía su forma; la lava y el poder mágico habían mellado tanto el filo que tenía agujeros enormes.

Olía a quemado y a comida.

El ente le dio un golpe fuerte a Aeldran, que sagró profusamente. Un par de pasos hacia atrás y volvió a atacar de frente mientras esquivaba el brazo de lava.

Empezaron a sonar en la plaza, entre el fragor de la batalla, unos golpes sordos. Clonk. Clonk. Aeldran miró de reojo a la derecha y sonrió.

El aire se llenó de fuego. Todas las partículas del veneno ardían. El aire ardía. No podían respirar.

La guerrera se recompuso. Kisara le cerró las heridas y siguió manteniendo la protección de Tymora, aunque realmente no le quedaba mucho más tiempo. Tenía miedo. "Si pudiera hacer algo más..."

FFFLLLLLLLOOOOOAAAAAAAAASSSHHHHHH!!!!!!!!

Un enorme depósito de agua, que estaba originalmente encima del almacén de nuez moscada, caía del tejado, creando una enorme avalancha de agua. Aeldran provocó al ente para que no prestase atención, y Kisara dio un paso atrás, retrocediendo lo suficiente como para no ser arrastrada. La guerrera, sin embargo, se mantuvo en su sitio y fue arrollada por la corriente junto con la criatura extraña. Mientras rodaban asestó varios tajos a la criatura, debilitada por el agua y aturdida por el movimiento. Finalmente murió, aunque parecía haber acabado también con la espada de la guerrera.

Los tres aventureros corrieron todo lo que pudieron hacia los lindes del pueblo. El fuego había acabado con el veneno, pero también con el oxígeno. No podían... respirar...


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