23 noviembre, 2012

Y La Leyenda de Shana?

Algún visitante anónimo puede estar preguntándose qué ha pasado con "La Leyenda de Shana". La historia era la narración de una partida de rol que se empezó a jugar en primavera de este año, pero se dejó de jugar a mitad de verano. La historia aún sigue un poco, pero se dejó a la mitad, sin haber terminado la campaña.

Intentaré, junto con mis compañeros de aventuras de esa partida, hacer un resumen para explicar a grandes rasgos cómo se desenvolvió el torneo, en qué consistía el gran destino de Shana (y Kate) y qué aventuras y desventuras les acaecieron en el futuro.

Que Gaia os guíe y os proteja.

08 noviembre, 2012

Pasos en la noche

Las alfombras mágicas ofrecían una visión única de todo el recinto: desde arriba. Bordearon lo que ellos creían que era la única fortificación, pero en seguida se dieron cuenta de que estaban equivocados: la estructura estaba formada por cuatro plataformas (tres de ellas con fortalezas), con torres, guardianes y todo tipo de defensas mágicas. Sólo tenían acceso a dos: la primera y la que quedaba a la derecha.

Decidieron entrar en la primera, pero por una torre. Unas escaleras exteriores terminaban en una plataforma, con puerta al interior. En la plataforma había un cofre, y en el interior (la puerta estaba abierta) se veían dos enormes guardianes de hierro. Tenira se metió en la estancia y expulsó con poderes divinos a los dos guardianes durante un tiempo, que San debía aprovechar para abrir el cofre y coger su contenido. Sin embargo, el cofre atacó a San, que se vió dentro del cofre en un abrir y cerrar de ojos. Puso todo su empeño en salir, usando las dos espadas para rajar el interior, y consiguió salir. Lo veía todo más grande. Halaster era gigante, y las trenzas rojas de Tenira parecían alzarse varios metros hasta llegar a la cabeza.

-Tenira, ¿tienes idea de lo que le ha pasado?
-Hum.. sin duda es un efecto del cofre maldito. Lamentablemente, no puedo revertir el efecto.
-Quieres decir que va a seguir siendo... pequeñín?
-No soy pequeñín...!
-Me llegas a la cintura, San...
-Lo siento, San. Buscaremos ayuda cuando salgamos de aquí. Algo se podrá hacer. Supongo...

Montaron en las alfombras y decidieron ir a la estructura de la derecha a la que también tenían acceso. La puerta principal estaba únicamente custodiada por un guardián de hierro, que esquivaron con las alfombras voladoras sin problemas, y entraron en la estancia. Era amplia, con una fila de columnas a cada lado, y vasijas enormes que contenían lo que parecía agua. De frente, al fondo de la sala, un portal dimensional en el que únicamente se veía una niebla espesa.

"Únicamente los que crucen la niebla acompañados por la fortuna tendrán éxito". Las palabras de Tymora llegaron a la memoria de Tenira. No lo dudó, cogió a sus dos compañeros de las manos y cruzaron el umbral.

Al otro lado, un vacío infinito y un personaje enmantado, con presencia tétrica, que no dudó en ponerse a conjurar.

Tenira, Halaster y San lucharon con valor, pero no sin dificultades: Tenira no podía soltar a sus compañeros, ya que sin su contacto no podían ver. San no se había acostumbrado a su nuevo tamaño y se vio arrastrado varias veces por empujones o golpes de viento. El conjurador convocó hordas de bebés zombis ensangrentados, que avanzaban retorciéndose hacia los tres aventureros, y trombas de meteoritos salían de sus dedos. Finalmente, acabaron con él y regresaron por el portal que habían cruzado. Al otro lado, la estancia seguía igual, pero el portal ya no tenía niebla; era únicamente un marco tallado con runas.

Cogieron un poco de agua de las vasijas mientras decidían su camino. Habían visto las protecciones mágicas de la fortificación del norte; suponían que el artefacto estaría allí y por eso estaba tan protegida, pero no podían entrar. San objetó: seguramente haya una forma de entrar, desde la fortaleza principal; los creadores de dungeons habitualmente se entretenían haciendo laberintos y poniendo pistas para alentar a los aventureros a seguir adelante.

Decidieron probar ese método, y adentrarse de nuevo en la fortaleza principal, decidiendo entrar por la base de la torre donde estaba el cofre maldito. Avanzaron por pasillos y estancias, acabando con algunos esqueletos, hasta que llegaron a una puerta, que daba a un pasillo. Allí, tras luchar contra un feroz rinoceronte-muerto-viviente, descubrieron una puerta secreta con un cofre muy protegido con trampas. San se jugó la vida valientemente para poder conseguir el tesoro: una flor.

Siguieron avanzando y llegaron a un patio, cruzado por encima por un puente. De frente, una gran puerta de castillo, y a la derecha unas escaleras que daban al puente. Lucharon allí contra más enemigos, dejando a Tenira casi sin poder mágico. Subieron las escaleras y vieron una pequeña caseta que quedaba a la altura de la enorme puerta. Allí dentro, muerto hacía mucho, había un enano con una armadura impoluta y unas grandes hachas. Se hacía de noche, así que decidieron aprovechar la última luz para asegurar la zona antes de descansar (si es que podían). Cruzaron el puente y acabaron con esqueletos. Una estancia enorme, llena de barriles de vino y unas escaleras que bajaban a un lugar desconocido les pareció un sitio como otro cualquiera para descansar.

San preparó la cena, como de costumbre y, después de cenar, se acostó. Tenira no tardó en seguirle, y Halaster se quedó haciendo la primera guardia. No habían pasado más de 40 minutos cuando escuchó pasos que avanzaban en la oscuridad, en su dirección.


06 noviembre, 2012

Fuego y suerte

La habitación donde había dormido Tenira estaba igual que siempre: una alfombra de pelo largo que cubría toda la estancia, una cama enorme y muebles antiguos, que olían a madera noble. En una gran mesa había ya dispuestos platos con comida y jarras de aguamiel y vino. Después de avisar al tabernero de que habían llegado (y pagar el alquiler de esa habitación y otras dos, para San y Halaster), cenaron con avidez y descansaron toda la noche.

A la mañana siguiente fueron al mercado, para vender cosas que habían encontrado en la fortaleza, e identificar objetos. Allí, el mago propietario del puesto de objetos mágicos se quedó muy sorprendido al saber dónde habían estado:

-Se dice que quien va a esa fortaleza no puede regresar nunca. Se dice que, si logra salir vivo, nunca es a su tiempo: van al pasado, o al futuro, y nadie puede traerlos de vuelta. Veo... que las historias son ciertas.

Tenira buscó un templo; afortunadamente había uno de Tymora, mientras sus compañeros iban a dar una vuelta por el pueblo. El sacerdote al mando era Uroth, que vió en las ropas nobles de la clériga su alta posición dentro de la Iglesia, y ella le contó con pelos y señales lo que había visto en la fortificación del bosque. Lamentablemente, él no tenía más conocimiento del lugar que las habladurías del pueblo, pero le ofreció el templo como estancia mientras estuviera allí.

La clériga esperó a que el templo estuviera tranquilo y rezó, preguntando a la Dama de la Fortuna por su suerte y la de sus compañeros. Sin duda, tenían que volver a la fortaleza; allí había algún artefacto mágico poderoso que estaba haciendo alterando la constante temporal. Tymora también la advirtió sobre provocar cambios en el futuro con las acciones que pudieran hacer en ese tiempo. Además, como ya sabía Tenira, había que sacralizar el lugar.

Al terminar, dio las gracias a Uroth y fue en busca de sus dos compañeros, que estaban en la taberna tomando algo. Ellos le contaron lo que habían hecho durante la tarde: después de conocer mejor el pueblo, encontraron una herrería que se alquilaba por días. Halaster la había alquilado por una semana, y estaba trabajando en ella, mientras San reunía información sobre la fortaleza. Sin saber muy bien cómo, se había encontrado en un almacén de los muelles, con una pandilla de matones preguntándole si quería entrar a formar parte de su grupo. Preguntando, San supo que formaban parte de una pandilla de ladrones que el padre de Halaster usaría en algunos años, pero que después le traicionarían, intentando matarlo en más de una ocasión. San no quiso responder hasta hablar con su "compañero", así que le siguieron hasta la herrería donde estaba Halaster. Allí, el jefe de San fue muy claro: no quería tener nada que ver con ellos. Los integrantes de la banda no habían parecido muy contentos, así que Halaster esperaba tenerlos encima una de esas noches. De todas formas los tres decidieron esperar a que el mago terminara de identificar los objetos que habían encontrado para volver al a fortaleza e intentar modificar el artefacto para que les permitiera regresar a tu tiempo.

-¡Fuego! ¡FUEGO! ¡Se quema la herrería!
Los gritos empezaron a oírse primero bajito, pero según se iba enterando la taberna, y la gente corría hacia fuera, todo se convertía en un griterío. Tenira no lo dudó y salió corriendo a ayudar, seguida de San. Halaster terminó tranquilamente su whisky antes de emprender camino.

Un hombre estaba tirado en el suelo, con muchas quemaduras. Tenira utilizó su magia divina para que recuperase su salud, y al momento estaba rodeada de personas mendicantes:

-¡Yo soy ciego, señora! Cúreme!
-¡Mi hijo está enfermo!
-¡Me falta un brazo!
-¡Estoy fatal, fatal... muy débil!
-Tranquilos todos - Tenira se armó de paciencia. - Hoy haré lo posible, pero mañana, en el templo de Tymora, podré seguir ayudando a quien lo necesite. Por favor, calma.

San no se había quedado a mirar: había visto dos sombras que se movían, evadiendo las miradas desde los tejados. Les siguió un rato, hasta llegar a una taberna en el puerto. Después, volvió en busca de Halaster.

Éste estaba hablando con unos guardias. El duerño de la herrería le acusaba de incendio por descuido, y tendían un juicio en un par de días para evaluar los costes. Halaster intentó hacer ver a los guardias que había sido saboteado, pero no tuvo demasiada suerte. Al llegar San y ponerse al corriente de todo, salieron ambos hacia la taberna del puerto.

Al llegar, además de un montón de trampas rudimentarias, no había nadie. Habían salido por una puerta secreta que comunicaba con el río y el puerto. Decidieron, entonces, ir al mismo almacén donde habían llevado a San. Allí sí tuvieron suerte: casi todos los integrantes estaban allí, jactándose de sus fechorías. Un par de palabras cruzadas y dos flechas en el orondo cuerpo del cabecilla acabaron con la sonrisa de los matones, que empezaron a maldecir a Halaster y San. Éstos huyeron por los tejados y callejuelas hasta llegar a la posada donde se hopedaban.

No volvieron a saber nada de ellos en los días que estuvieron en el pueblo. Halaster fue a juicio y fue condenado a pagar 5000 piezas de oro para reconstruir la herrería. Tenira trabajó todos los días en el templo de Tymora, ayudando a la gente del pueblo y consiguiendo más adeptos, por lo que Uroth quedó más que satisfecho.

El último día, recogieron los objetos, compraron provisiones y volvieron a salir de viaje hacia la fortaleza, utilizando unas alfombras voladoras (el conjuro de teleportar no funcionaba, por alguna razón). Ahorraron muchísimo tiempo de viaje: en lugar de tardar 3 semanas como la última vez, tardaron únicamente 2 días. Y allí estaban, de nuevo, ante el puente de piedra que llevaba a la fortaleza que parecía estar suspendida en el aire en medio del valle.



05 noviembre, 2012

Al visitante solitario de USA

Gracias, visitante anónimo de USA. No sé quién eres, pero sin duda has hecho que el blog pase a ser internacional.

Gatitos y Dragones non stop! xD

02 noviembre, 2012

Esto son 3 aventureros que...

Tras una larga jornada caminando, los tres aventureros llegaron al final del sendero. La jungla quedaba ya tras ellos, y ante sus ojos se alzaba, imponente, una fortificación rodeada de barranco; su única comunicación con el mundo parecía ser un estrecho puente de piedra, viejo como la misma fortaleza.

San avanzaba delante, precabido, atento siempre a posibles ataques o trampas en el camino. Cada poco se giraba para cerciorarse de que su señor, Halaster, se encontraba bien. Éste pocos pasos por detrás, con su arco negro en las manos. Procedían de Mulhorran, a muchas millas de distancia. Halaster,  de familia noble, había salido de casa hacía pocos meses para hacerse aventurero y conocer, así, el mundo. Había sido instruído en su niñez por maestros de la espada, el arco y la meditación, y había conocido los rudimentos de la música y la herboristería. San empezó como sirviente de la familia muy joven. Era sigiloso, callado y poseía habilidades de acecho muy útiles en combate. Pero teníaMUY mala suerte.

Tenira se les había unido hacía un par de meses. Procedía de muy al sur, algo que se notaba levemente en su acento y fuertemente en su forma de vestir y su aspecto. De niña había quedado huérfana, y llegó a un templo de Tymora, la diosa de la buena suerte, donde habían visto desde el principio su potencial. La seguía la buena fortuna, sin duda, y además poseía habilidades curativas. Una familia noble, comerciante de armaduras y armas (algo por lo que Tenira llegaría a sentir pasión pasados los años), la adoptó y la instruyó en múltiples disciplinas culturales: historia, nobleza, geografía, biología, naturaleza... Llegado el momento, Tymora le mostró imágenes de una persona con muy mala suerte, y supo que debía seguir a esa persona para vigilarlo: si seguía así, podría llegar a convertirse en un avatar de la mala suerte (y eso a Tymora, la diosa de la fortuna, no le gustaba nada). Salió de casa de sus padres adoptivos y pasó una temporada en el templo, aprendiendo rudimentos mágicos y de supervivencia para poder enfrentarse al mundo. Había salido en busca de Sam hacía 6 meses cuando por fin dio con él.

-Fijaos bien! Sin duda tiene niveles subterráneos, hay respiraderos en algunos puntos. Tal vez lleguen al nivel del suelo, o más abajo; al inframundo! Y nos encontremos con un demonio que nos diga...
-Sí, sí, Tenira. Gracias. - Halaster alzó la vista y señaló. Tres grifos volaban, sin prisa, hacia la fortaleza.

Avanzaron por el puente con precaución, y al llegar al final, donde estaba el umbral del portón, empezaron a escuchar pasos rápidos en el interior.

Cinco hombres lagarto grandes como caballos se abalanzaron sobre ellos sin pensárselo dos veces. Portaban lanzas, escudos y escuetas armaduras. Halaster empezó a disparar flechas, mientras San desenvainaba las dos espadas y arremetía golpes a destajo. Tenira retrocedió un par de pasos y lanzó un par de conjuros, pero pronto la mayoría yacían en el suelo, muertos. El último en pié huyó como pudo, hacia el interior. La clériga se fijó en que los grifos habían entrado en el torreón por una plataforma que parecía especialmente diseñada para ellos.

Una campaña sonó, llenando todo el cañón con su repiqueteo, y al terminar un dragón apareció y empezó a comerse a los grifos, como trocitos de pollo. Sin mucho acierto, dejó caer un cadáver enorme en el puente (aplastando casi al grupo), que rompió, dejando incomunicado la fortaleza con el mundo.

No quedaba más remedio que avanzar, por lo que entraron en las estancias oscuras, donde tuvieron que enfrentarse a enormes golems guardianes, y estatuas que parecían cobrar vida, lanzando rayos por los ojos. En la primera bifurcación escogieron el camino donde se escuchaba agua en lugar de donde se escuchaban "cosas que cortaban el aire a gran velocidad", para encontrarse con que también había enormes guillotinas por ese camino. San desactivó los mecanismos para poder pasar pero, tras otra bifurcación, las cosas empezaron a ponerse serias: Tenira imbuyó al grupo con la capacidad de volar para poder esquivar trampas de grandes rocas rodantes en llamas, y aparecieron más hombres lagarto. Tras terminar con ellos, subiendo unas escaleras, descubrieron una puerta secreta que abrieron. Dentro había congregados un montón de hombres lagarto, que estaban escuchando el sermón de un hombre postrado delante de un altar, cubierto de oro. Halaster tomó la iniciativa y cosió al hombre a flechas, antes de que terminase de conjurar una invocación de muertos vivientes. Tenira se vió rodeada e invocó los poderes de Tymora para freír a sus enemigos con una descarga flamígera, olvidando que no estaba al aire libre; y San mató a tantos hombres lagarto como pudo, antes de que huyeran por los múltiples caminos con los que contaba la sala.

-No son rival para nosotros, pero me gustaría patearles el culo a gusto, teniendo todo el poder de Tymora fresco. Propongo ir a descansar, y volver mañana.
-Ir? a donde? Estamos a semanas de viaje de la ultima posada que vimos.
-Eso se arregla rápido... Coged lo que querais, salimos en un ratito.

San y Halaster cargaron sus sacos de viaje con oro y Tenira cogió 4 objetos que vió entre la pila de riquezas que había en el altar. Estudió bien la estancia y, cuando se vió preparada, teleportó consigo a sus dos compañeros a la última posada que habían visitado.


01 noviembre, 2012

Mono de rol

Caminas por la calle, ves un esqueleto caminar por la acera de enfrente y piensas "mejor armas contundentes".
Estando en un bar con tus amigos, te levantas para cambiar de local, pero nadie más lo hace; y piensas "me falta la dote de liderazgo... y 5 puntos en carisma". 
Tus gatos te siguen por casa, y piensas  "como buenos familiares".
Se te acaba el papel higiénico e intentas usar "levitar" para traer el siguiente rollo.

Está claro. ¡Hay mono de rol!