13 junio, 2014

Dudas morales

-¡Por la borda!
-¡Rebanazles el pescuezo!
-¡¡Sin piedad!!

Los marineros no estaban dispuestos a dejar a ningún pirata con vida, después de que hubiesen matado a varios de sus compañeros con su ataque sanguinario. Se agolpaban en corrillo al rededor de los asaltantes capturados, atados por Yu al palo mayor, y que los miraban, a su vez, desafiantes.

-¡En este barco no se matará más allá de lo estrictamente necesario! -Kisara era una pacifista en tiempos de guerra, además de un poco pava; sabía poco de la vida. - Además, seguro que se hicieron piratas porque la vida los ha llevado hasta aquí. ¡Sólo tienen que desprenderse de ese caparazón de sentimientos negativos que tienen puesto! ¿A que sí?

-¡Sí! -un pirata miraba a Kisara con ojos muy abiertos y cara ilusionada.
-¡Cállate, Spike!
-Cállate, ¿me oyes? -el que parecía el cabecilla, un pirata rudo y con mala ojadura, escupió al tal Spike en el ojo.
-Kisara, ¿piensas dejarlos con vida? ¿A todos? - el capitán tenía el semblante muy serio, con los brazos cruzados - No podremos mantenerlos a todos; no quedan reservas de comida desde hace varios días, y dependemos enteramente de la pesca.
-Yo los mantendré -dijo, mientras limpiaba la cara de Spike con su túnica. Kisara no pensaba dejar que nadie más muriera ese día; ya habían perdido a muchos compañeros. - Tymora me ayudará. De momento, llevémoslos a las bodegas -dijo, mirando a Aeldran y Yu.

Ya en las bodegas, los distribuyeron en las celdas que había. Yu se apoyó en una esquina, y Aeldran se quedó de pié, detrás de la sacerdotisa de Tymora. El capitán había pedido a dos marineros que hicieran guardia en la puerta, y acababan de llegar, con cara de pocos amigos.

-Vamos a ver -La túnica de Kisara, manchada de sangre de intentar ayudar a los marineros y compañeros en batalla, se movía suavemente delante de las celdas, de izquierda a derecha. -. Según yo lo veo, aunque tal vez mis compañeros aquí presentes tengan alguna otra idea, tenéis dos opciones. La primera es enrolaros en este barco; firmáis un contrato de trabajo en este barco, a disposición del capitán, y trabajáis como marineros. Por la forma en la que nos hemos... conocido, entenderéis que tendréis que pasar un tiempo de prueba, vigilados. La segunda opción es quedaros aquí mirando a las musarañas hasta que lleguemos a puerto y os entreguemos a las autoridades acusados de piratería y asesinato.

Varios tragaron saliva, sobre todo después de mirar a Aeldran, impasible, impregnada de arriba abajo de sangre, con su espadón gigante a la espalda, esperando órdenes. Pero sólo Spike dijo querer enrolarse en el barco. Los demás se quedaron impasibles, excepto uno, el cabecilla, que sonreía con una mueca torcida, entre desdén y misterio.

-Mienten -dijo, mirando a sus camaradas. -. Nos matarán a la primera oportunidad.
-No tengo intención de mataros. Aunque no puedo prometer que la tripulación no lo haga, si intentáis escapar. Pensad en vuestras intenciones. Os ofrezco la posibilidad de cambiar de vida. Mañana os traeré comida y presentaré al capitán a aquellos que quieran trabajar en el barco.

Antes de irse, Kisara le hizo un par de señas a Yu. "Vigila al que sonríe". El semielfo cambió de celdas a los prisioneros, dejando a Spike sólo en una única celda, para impedir que lo mataran sus compañeros, entre gritos de "vendido", "cambiacasacas" y "esquirol". Hizo que se iba de la bodega pero a los pocos minutos volvió a entrar, escondido, amparado en las sombras que proyectaban las únicas antorchas en toda la habitación. Utilizando un par de sujeciones mágicas, escaló por el techo sin que nadie le percibiera y se colocó una hamaca tras una viga, de tal forma que podía escuchar todo lo que decían los prisioneros, sin que estos lo viesen.

-...J, ¿Cuándo volverán?
-Mañana, como muy tarde pasado mañana, volverán a por nosotros. Tranquilos. Toda esta chusma recibirá su merecido por haber humillado al nigromante... mwahahahaha!
-Mwahahahahaha!
-Mwahaha!

A la mañana siguiente, tras el rezo matutino y monólogo diario con Tymora, alzó las manos y pidió a su diosa comida para alimentar a los prisioneros y para ayudar en el sustento del barco. Tras ello, pidió a Aeldran que la ayudara a llevar la comida.

-¿A llevar la comida?
-Claro. Yo sola no puedo.
-...
-¿Será más fácil entre las dos, no?
-...
-Anda, vamos.

A regañadientes, la poderosa guerrera, espadón al hombro, bajó ayudando a Kisara a llevar la comida a la bodega. Después de darles las raciones de comida, Kisara preguntó nuevamente entre los prisioneros si había alguien más que quisiera enrolarse en el barco. Nadie respondió, así que soltó a Spike y le acompañó a ver al capitán. Allí, se le ofreció un contrato de dos años trabajando para el barco sin remuneración, en pago por los destrozos y las muertes que había ayudado a causar, y Spike aceptó, dando las gracias. El momento de tensión, cuando el ya ex-pirata fue presentado al resto de la tripulación, se solventó gracias a la autoridad del capitán.

-Kisara, capitán -Yu se acercó a ambos, hablando en voz baja -. Ayer me quedé escuchando a nuestros nuevos inquilinos. Afirman que el barco en el que vienen está comandado por un nigromante, y que volverán a por ellos hoy, o tal vez mañana.
A Kisara se le pusieron los pelos de punta, pero el capitán sonrió.
-Si es por eso, ya pueden esperar. Este barco es indetectable.

Y así, quedando como un pro (porque lo era), volvió a sus quehaceres, dejando a Kisara fascinada. ¡Cuánto sabía el capitán! ¡Cuánto poder oculto! ¿Por dónde le habrían llevado los caminos de Tymora en el pasado?

Pasaron los días y, como había dicho el capitán, el ataque no se producía. Yu empezó a meterles el miedo en el cuerpo a los prisioneros, intentando que alguno se echase atrás, haciéndoles ver que su anterior amo los había dado por perdidos y no volvería a por ellos, pero en general no hubo muchos cambios hasta que un día, por la mañana, Kisara vió un símbolo dibujado con sangre en la celda donde estaba J, el cabecilla. No dijo nada, pero fue inmediatamente a ver al capitán, que se puso muy serio y bajó rápidamente a la bodega. Nada más verlo, golpeó a J hasta dejarlo inconsciente, y emborronó el símbolo hasta hacerlo irreconocible. 

-Lo quiero fuera de mi barco. O lo matas tú o lo mato yo. Tienes 10 horas.
-Pero...
-Es un adorador de Cyric. Lo quiero fuera de mi barco.

No admitía discusión. Cyric era un dios malvado y cruel. Kisara se encerró en su habitación para pensar, con su fiel sirviente (Jeffrey) preparándole tazas de té. Nunca había tenido que matar a nadie, pero con un enemigo del bien tan claro como ese no tenía más remedio. Además, había sido ella la que había querido mantenerlo en ese barco, tenía responsabilidad. Podía haberlos puesto a todos en peligro, si no lo había hecho ya. Finalmente, pasado el plazo, fue al encuentro del capitán, seguida de Aeldran.

-¿Y bien? ¿Tú o yo?
-Lo haré yo -dijo Kisara con cara muy seria, pero se giró hacia su compañera y sonrió. - Aeldran, ¿podrías traer a J de la bodega?

Aeldran subió una ceja y se giró hacia el capitán.

-¿Tú? ¿Ella? No, al final, lo haré yo, ya verás...

Se fue rumiando palabras inteligibles, muy ofendida por ser la chica de los recados. Bajó las escaleras y llegó a la bodega, dando grandes zancadas que resonaban por las paredes y el suelo, haciendo crujir el entablado. Llegó hasta la puerta de la celda de J y, al quererla abrir, la arrancó de cuajo, mascullando entre dientes que se levantara. J a penas podía caminar; estaba blanco del miedo. Cuando Aeldran llegó con él a la cubierta, parecía un fantasma, pero recuperó un poco el aliento con la brisa del mar y al ver a la sacerdotisa preocupada.

-¿Vas a matarme? ¿Sí? ¿O querrás antes que cave mi propia tumba?
-C... ¡¿cómo vas a cavar tu propia tumba, alma de cántaro, si estamos en un barco?! -Kisara estaba muy nerviosa. -¿Cómo piensas cavar? ¿Con las manos, en la madera? Endevéh... ¿Quién te dio el cerebro para pensar a tí? Cyric, claro. Y en estas estamos... Ehm... a ver, esto era... Yu, déjame una daga. Esto... ¿Se coge así? Vale. Ehm... Oh, Tymora, Alta Dama, influye valor en... mí y... santifica esta daga... ehm... para...

Chwuin. Plash. Top top top. Rápido y eficaz, el capitán había desenvainado su espada y, con un sólo movimiento, había decapitado a J, cuya cabeza rodaba ahora por cubierta, a merced del vaivén del navío.

-¡Spike, limpia esto! Kisara, no estás preparada para este viaje.

Dio media vuelta y se fue, dejando a Kisara pensativa y triste. Debía hacerse más fuerte. Debía dejar atrás muchas cosas, incluidos los remilgos. Iban a una tierra desconocida y tendrían que vérselas con gente que no siempre querría el bien en el mundo. Tymora le había dicho que fuera. No podía decepcionarla de esta manera.

Debía cambiar. O moriría.


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