01 agosto, 2012

Viaje al Destino (Parte IV)

Kate abrió los ojos, después de sentir cómo Shana la zarandeaba, intentando despertarla. La vió temblorosa, con lágrimas en los ojos, postrada encima de ella con devoción.

-¡Menos mal! ¡Has estado inconsciente un buen rato desde que volvimos - empezó a hablar muy rápido y a gesticular tanto que parecían espasmos - pero despues empezaste a levitar pero claro, brillabas y la piedra está en tu pecho pero creo que es un poder de Gaia pero no lo entiendo pero..
-¡Shana! Despacio, ¿quieres? A ver, ¿desde que volvimos de dónde? -Miró a su alrededor - seguimos en el mismo sitio: ahí está el pedestal - Se fijó en que no estaba la gema. - ¿La has guardado?
-¡No! ¿No te acuerdas de la isla? ¿El volcán?
-No.
-¡Pero Gaia te dio un poder para poder...!
-Shana, no me he movido de aquí. La gema tendría mucha energía y me ha dejado fuera de combate. Igual a tí te pasó lo mismo y lo soñaste. La gema, ¿dónde está, Shana? Era lo que veníamos a salvar, ¿no?
-Mírate el pecho...

Kate tenía el corpiño desgarrado y, en medio del pecho, justo después del canalillo, brillaba la gema con fulgor verde. No le hacía daño, sin embargo se notaba más fuerte. 

"Me cago en....!!"
-¡¿Qué es esto?!
-¡No lo sé! Gaia quería que viniéramos aquí a salvarla. Seguramente tenías que tenerla tú, ya que eres la elegida.

"Tengo que hablar con Makarov. Él podrá explicarme mejor lo que es esto." 

Salieron del pueblo y caminaron al oeste, a dónde las estrellas guiaban a Shana, y aún más al norte. Llegó un momento en que, tras unos montes, se extendía un desierto inmenso. Kate no quería estar vagando en el desierto, podían ser muchas jornadas; podían perderse y no volver a salir. Así que lo intentó de nuevo.

Se concentró. Quería un animal que las pudiese llevar por el desierto de forma rápida. Que fuese amistoso. Que fuese veloz.

Ante ellas apareció un perro de tamaño gargantuesco, de ojos claros y pelaje espeso. "Va a pasar calor, pero sin duda es rápido. Menos mal que no es otra pesadilla...". No sabía hablar perruno, pero se las apañó para explicarle que querían viajar. Decidió llamarle Bobby, le rascó detrás de las orejas, y se pusieron en marcha.

Y Bobby corrió a través del desierto. Viraron rumbo norte, y en unas horas el desierto había quedado atrás, llegando a una zona helada. "Menos mal que Bobby tiene pelo fuerte, ahora le vendrá bien". Avanzaron lo que pudieron, saltando glaciares y montes, hasta que estuvieron agotadas, y no podían avanzar más: una pared vertical con escasos salientes se interponía entre ellas y su rumbo, y no veían forma de rodearla. 

Acamparon esa noche, con mucho frío y sin fuego, pero con un cielo muy despejado, que le permitió a Shana confirmar el rumbo. Estaban muy cerca.

A la mañana siguiente, Kate conjuró. No buscaba a Bobby. Buscaba algo que pudiera subir por esa pendiente con salientes. Una cabra montesa, tal vez.

Y lo que apareció fue una criatura, mitad cabra, mitad hombre. "¡Maldita sea! ¿Pero qué tengo con las criaturas infernales?"

-Rffai tlamissh akeun?
-Ehm... -Kate empezó a gesticular - Yo, arriba.
-Kate yo creo que... No voy a subir a... él. 

Shana se ayudó de la magia para caminar por el aire, e iba ascendiendo poco a poco. Kate no se iba a quedar atrás, así que se acercó al sátiro con aire decidido y se subió en su grupa. La criatura empezó a subir por los salientes de la pared, dejando a Shana atrás pronto. 

Al llegar arriba, el sátiro desapareció, pero Kate vió lo que, al parecer, estaban buscando: una extensión de hielo inmensa, y un círculo de piedras, con un pequeño altar. Todo estaba abandonado: la nieve y el hielo cubría casi por completo los bloques.

Cuando Shana llegó por fin, en su cara sólo había decepción. "¿Hemos llegado tarde?"


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