14 febrero, 2013

Si es que al final... se acuerda.

Soy una persona rebelde para las fechas especiales. Me niego, por ejemplo, a felicitar la navidad. Yo no la celebro, me importa un comino que un tipo naciese pobremente, como tantos otros, un día de abril y que después otro tipo (mucho más tarde) decidiese cambiarle la fecha de nacimiento para hacer coincidir las festividades paganas con la que quería implementar "y armar el Belén". Yo, desde hace años, deseo un feliz solsticio de invierno; que ese lo pasamos todos.

De los cumpleaños no me acuerdo más que de cuatro o cinco, y facebook me ayuda con el resto. Esto en realidad no es por rebeldía, es que no los recuerdo ^_^.

Cuando empezaba a salir con mis primeros novios, celebrar una fecha señalada (un aniversario, por ejemplo) era todo un acontecimiento. Suponían que yo necesitaba una dosis de romanticismo extra, así que se afanaban en ir a cenar por ahí y hasta compraban regalos (cuando tienes 15 años comprar un regalo supone ahorrar muchas semanas, o pedir un pellizco extra a mamá). Llegó un momento en que esto, a parte de ser caro, se convertía en una obligación. "Tengo que" comprarle algo.

¿Por qué? ¿Por qué hoy? Se supone que estoy comprando esto porque me apetece que esa persona se sienta especial, ¿no? Pues mire, ahora mismo me estoy cagando en sus muertos por tener que comprarle algo, porque no me apetece, y porque no encuentro nada que me guste para él. "¡Pero tienes que comprarle algo! ¡¡Es vuestro aniversario!!" Pues agradecida estoy de tenerle un año más conmigo, pero no por ello tengo que ponerme de mal humor. Es contraproducente, en todos los sentidos.

Así, cuando empecé a salir con David, le propuse directamente cancelar todos los contratos sociales que obligaban a hacer gastro porque-sí en los días señalados. A los dos nos vino estupendamente. No es la primera vez que varios días después de nuestro aniversario nos damos cuenta de que ha pasado, y nos reímos. Si nos damos cuenta en el día, nos felicitamos mutuamente, y es francamente suficiente. Me siento muy querida y valorada sin que tenga que hacer nada más.

El 14 de febrero para mí es otro día de esos en los que la rebeldía se me impone en el cerebro. No soy una persona muy "pastel", el romanticismo porque sí me da cosica y tantos corazones en los escaparates se hacen pesados. Hace muchos años que no regalo nada por San Valentín, ni lo celebro con mi pareja, ni nada de nada. Se me olvida la mayor parte de las veces. Sé que estoy cerca de la fecha pero no me doy cuenta, y acaba por pasar sin pena ni gloria. Le veo más chiste a la forma que tienen en los animes de celebrarlo, regalando chocolates a las personas queridas, incluyendo a la familia cercana, a los amigos y amigas, etc (look at this wonderfull thing!).

Sin embargo, esta mañana me di cuenta de que David sí se acordaba. Me acerqué a despedirme y me pidió un beso "por ser el día de los enamorados". ¡Manda carallo! Ahí me pilla. Porque mi estrategia está bien mientras los dos estén de acuerdo; pero si uno le da importancia a este día y el otro no le corresponde se va a sentir defraudado.

No sabía muy bien cómo enfocar el asunto. Venía en el bus hacia el trabajo pensando en si tendría que comprarle algo, pero decidí que no. Una cosa era que se acordase del día y otro era que tuviese que caer en el cliché (y romper nuestro valiosísimo contrato antes mencionado). 

Pensé en, al salir del trabajo, ir al super y preparar algo que le guste para cenar; pero es tan agradecido con la comida que casi cualquier cosa que prepare le va a parecer estupendo; no habría nada especial. (Y además, hay Nexus a las 9...)

Ojalá hubiese podido darle como regalo la noticia de que tenemos ahorrado suficiente para ir a Japón este año, pero me temo que tampoco va a ser posible.

¿Para qué es este día? Para hacerle saber a la otra persona que le quieres, en teoría. Tengo un problema enorme con eso: él me hace sentir querida, valorada y protegida todos los días del año. A pesar de los enfados o de los malentendidos, siempre está ahí. ¿Un día malo en el trabajo? Veamos una peli, olvídate de todo. ¿Te duele la cabeza? Toma: una pastilla, agua, galletas, y te bajo la persiana. Y yo intento que se sienta también así todos los días. No sé si me saldrá bien, pero lo intento, porque entiendo que si no una relación no tiene sentido. Entonces... ¿qué espera hoy, por ser hoy?

Y esto es lo único que se me ha ocurrido ^_^. Un tocho-post en el que tragarme mi orgullo antipastel y contaros, exiguos lectores, que me siento muy afortunada por tenerlo a mi lado todos los días. Sobre todo, por encima de todas las cosas, porque me hace sonreír pase lo que pase.


Y para que no os suba la glucosa, una imagen molona de un tal chevsy:



¿Qué? Ya hacía tiempo que no había dragones en este blog. Además, a los dos nos gustan! :p



Vayan por la sombra! ^_^

2 comentarios:

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