31 julio, 2014

Contacto con Pueblo Tulipán

Tras cuatro días de un viaje apacible, finalmente entraron en un valle, ancho y con un río menguado por la falta de lluvias de la época estival. El sol empezaba a descender pero aún hacía calor, y a pesar de que había hecho un día muy despejado, una espesa niebla cubría el centro del valle, donde se suponía que debía estar Pueblo Tulipán. En los alrededores todavía podían verse decenas de campos descuidados y marchitos, abandonados desde hacía un par de semanas como poco. Y había un silencio incómodo en el aire, casi sobrenatural. Decidieron no acercarse más, descansar esa noche allí, lejos de la niebla y con la protección y la ocultación del bosque que rodeaba el pueblo, e investigar la zona por la mañana, con muchas más horas de luz por delante.

Pero esa noche, mientras Aeldran y Kisara dormían cerca del carro,  Yu escuchó algo durante su guardia. Unos pasos deslizándose torpemente entre la maleza, y se acercaban lentamente, despacio... Gritó para despertar a sus compañeras justo a tiempo: 6 criaturas  humanoides aparecieron de entre las malezas, en la oscuridad. Fueron directamente hacia él, que esquivaba sus golpes con gran agilidad, dando saltos por encima de sus cabezas y atacándoles por la espalda.

No sangraban. "No muertos".

-¡¡Contenedlos!! - Kisara se concentró en sus oraciones, y Aeldran avanzó a grandes pasos, cercenando un brazo o un pie a su paso, hasta colocarse entre Kisara y los no muertos, que habían visto en la sacerdotisa un claro objetivo a eliminar.

Yu, había conseguido derribar a uno, pero seguían acercándose a Aeldran, que les esperaba espada en mano, mientras Kisara recitaba. Sorprendido, el semielfo se fijó en que la sacerdotisa emitía un brillo especial procedente del símbolo de su deidad, que colgaba siempre de su cuello.

-"¡Que el sol se alce en un nuevo día sin temor, eliminando el mal y sus criaturas corruptas! ¡Desapareced, oh infortunio y muerte, pues el Camino aún no ha terminado! ¡¡Yo te ruego, Dama Tymora!! ¡¡Protégenos de la oscuridad!!

Un aura dorada comenzó a emanar de ella, y finalmente un fogonazo de luz iluminó la arboleda, que dio paso a gritos ahogados de los no muertos, y  el golpe sordo de la caída de los cuerpos, ya inertes, al suelo.

Era la primera vez que atacaba en un combate, y Kisara estaba orgullosa de haber protegido a sus dos compañeros con la ayuda de Tymora. Yu y Aeldran estaban muy sorprendidos. No sólo había combatido, sino que había terminado con cuatro no muertos al mismo tiempo, demostrando un poder excepcional.

-Ha sido... ¡guau!
-Ha sido Tymora, ella provee por nosotros.
-La Dama nos guarde, entonces. Pero... lo has hecho bien - Yu sonrió. -. Deberíamos movernos. Está claro que esta zona no es segura.
-Estoy de acuerdo. - dijo Aeldran. - Deberíamos viajar hacia atrás un par de horas, y encontrar otro sitio para acampar.
-Bien, sí. Pero antes, dejadme un momento. Quiero inspeccionar los cadáveres.

Se acercó al que había matado Yu, el más entero de todos los cadáveres (los que habían topado con Aeldran tenían, como poco, un miembro cercenado, y además el poder divino los había volatilizado prácticamente). Revisó con cuidado su ropa y su cuerpo, y encontró un par de símbolos. El primero parecía la firma de un mago: seguramente el que había convocado a estas desagradables criaturas. El segundo era un símbolo complejo, con múltiples líneas que se cruzaban, pero cuando lo estaba mirando más atentamente, el símbolo comenzó a brillar y, en 3 segundos, el cuerpo se descompuso ante sus ojos.

-Vayámonos. Son criaturas claramente convocadas. Es posible que tuvieran la orden de patrullar esta zona en busca de visitantes indeseados... A este pueblo han llegado fuerzas del mal poderosas. Debemos andar con cuidado - Kisara subió a uno de los caballos que tiraban del carro. -. Subid al carro. Daré luz para que podamos ver el camino.

Avanzaron de esta forma un par de horas, desandando parte del trayecto de la tarde anterior, hasta que les pareció distancia suficiente. Dejaron el camino a su derecha y se internaron por un sendero en el que el carro cabía a duras penas. Yu se adelantó para explorar el terreno. Cuando Aeldran y Kisara no habían avanzado más que un par de minutos con el carro, volvió Yu.

-He encontrado unos cadáveres cerca.

Kisara bajó del carro y siguió a Yu a donde estaban los cuerpos. Sin duda eran dos aventureros. El símbolo que ambos llevaban en sus ropas debía de ser la prueba de su pertenencia a alguna Compañía. Tal vez habían cogido el trabajo pensando que sería una forma fácil de ganar unos pechucos, pero habían perecido hacía al menos una semana, parecía que por algún tipo de veneno.

Una exploración más profunda quizá revelase más información sobre la forma en que habían muerto, aunque estaba claro que no había sido de forma natural. Pronto amanecería, y ninguno de los tres había podido descansar mucho durante esa noche; aún así, Kisara presentó sus respetos a los muertos e inició un sencillo rito funerario para que las almas de esos aventureros descansasen finalmente. Cogieron los símbolos para presentarlos en el cuartel de la milicia cuando volvieran, y Yu cogió un cinturón de pociones de uno de los dos desafortunados. Posteriormente, ya de mañana, los tres fueron a descansar. Decidieron esperar al día siguiente, después de haber podido descansar plenamente.

Durante el breve descanso del día, no vieron ni oyeron nada fuera de lo usual. De hecho, el silencio era un poco menos agobiante en esta zona del bosque. Durante la noche, en sus sueños, Kisara tuvo una visión de la nube que cubría el pueblo, pero vista de cerca, y supo que era una nube ponzoñosa, que envenenaba a todo aquel que la respirara. Al despertar para relevar a Aeldran de su guardia, anotó mentalmente pedir a Tymora por la mañana su ayuda para protegerles de esa amenaza, y poder investigar lo que había pasado en Pueblo Tulipán.

Y mientras pasaba el tiempo, con sus dos compañeros al lado, roncando levemente, escuchó unas pisadas de un caballo a galope. Pudo verle a través de unos arbustos: un caballo más veloz que cualquiera de los que había visto jamás, y un jinete vestido de negro, con una capa gris que ondeaba detrás de él. Antes de que pudiera darse cuenta, el desconocido se había alejado, en dirección al pueblo, y ya no se oía nada.

Optó por no avisar a Yu ni Aeldran. Todos estaban cansados y necesitaban toda su energía para poder entrar en el pueblo. Perseguir al jinete en la oscuridad cuando ya les sacaba tanta ventaja, sin caballos, cansados... parecía demasiado arriesgado.

Aunque Tymora protege a los osados...



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