22 julio, 2012

Por los tejados.

Rodearon los dos caballos sin dar tiempo a las jóvenes a reaccionar. Eran pequeños seres parecidos a arañas grandes, que salían de las casas abandonadas de la población, grises y con un olor nauseabundo. Se abalanzaron contra ellas: las jóvenes intentaron esquivar, pero varios de ellos se aferraron a los caballos les mordieron, por lo que se derrumbaron en cuestión de segundos. Estaban enfermos de repente, y morirían muy rápido. Los engendros se giraron y empezaron a comérselos, estando aún agonizando, abriéndoles las tripas con sus bocas ganchudas.

"¡¡Malditas arañas nauseabundas, pagareis por esto!!" Kate ya les había cogido cariño a esos caballos: les habían llevado muchas leguas al norte, y no era un final nada agradable para unos compañeros de viaje que no habían demostrado más que coraje y lealtad. Descargó toda su rabia sobre sus enemigos, con puñetazos y patadas que los dejaban fuera de combate rápidamente, pero a pesar de todo, recibió un mordisco. Shana curó a Kate todo lo que pudo pero llegó un momento en que se vio rodeada, y utilizó su bastón para atizarles pero, sin saber cómo, los enemigos empezaban a arder al ser tocados por él. Una gema engarzada en el bastón, de color verde, empezó a brillar con intensidad.

Los seres grises que quedaban salieron corriendo pero un insecto gigante, una mezcla entre escorpión y tijera de río, saltó desde un tejado vecino y se interpuso entre Kate y Shana. Kate estaba muy debilitada por el veneno, y Shana estaba exhausta: no podían hacer más en esas condiciones. Huyeron tan rápido como pudieron, dejando atrás a sus caballos, confiando en que los insectos no las siguieran. La gema verde dejó de brillar.

Corrieron hasta que no pudieron más, llegando al bosque, y descansaron cerca del camino. Shana utilizó el poco poder que le quedaba para quitarle la enfermedad que le habían transmitido a  Kate y después se echaron sobre el suelo, sin hacer campamento, intentando conciliar un sueño que se adivinaba poco reparador. A la mañana siguiente, Shana, después de rezar, se acercó a Kate.

-Este es el lugar, no hay duda. Debemos liberar este sitio del mal que lo amenaza, está poniendo en peligro a Gaia. Debemos volver.
-Estás segura, ¿no? ¿No hay errores? ¿Tal vez tengamos que ir más al norte? ¿O... al este?
-No. - La pequeña furia blanca había vuelto, y en sus ojos había una gran determinación, junto con los molinos de viento que giraban.
-Pues a por ellos.

Avanzaron esta vez con más cuidado. Las arañas no se dejaron ver esta vez, pero al avanzar un poco más por una de las calles principales, avisaron de nuevo a la criatura grande con cola picuda, que atacón de nuevo. Esta vez Kate conocía a su adversario, y se centró en esquivar bien sus golpes y asestar sólo cuando estuviese segura de poder acertar. Shana mantenía la distancia, a la vez que su bastón brillaba de nuevo.

-¡FUS!

Los pies de Kate volaban, y el insecto se sentía acorralado. Tanto, que salío huyendo, saltando de tejado en tejado.

-¡No pienso dejar que huyas ahora, maldito gusano! - Sus años entrenando a la manera de los monjes y la magia de Shana hicieron que no tuviese problemas en seguirlo, pero la clériga lo tenía más difícil: corría  mientras callejeaba, mirando hacia el cielo para seguir el combate.

Kate llegó, siguiendo a la criatura, a una zona semicircular, sin casas. Parecía como si hubiese habido una explosión en el centro, donde ahora había un pedestal, y una pequeña piedra preciosa verde, que emitía un brillo intenso. Justo delante, intentando protegerla, dos criaturas (una de ellas estaba ya malherida, así que tenía que ser la que las había atacado al principio) esperaban a Kate.

Y la semidragón no las hizo esperar: en cuanto vió que Shana estaba ya cerca, doblando la esquina de la última calle, atacó a la más malherida, terminando con ella en un momento. Shana ya estaba en el combate, y pedía a Gaia que les otorgase fuerza para derrotar a los enemigos. Y al parecer la diosa estaba pendiente de ellas, porque, tras un combate intenso, ambas criaturas yacían en el suelo, inertes, mientras Shana se acercaba, maravillada, a la gema que estaba en el pedestal.

-¿Qué es esto? - Se preguntó Kate mientras tocaba la gema. A Shana no le dio tiempo a detenerla, y ambas fueron teleportadas a una isla tropical, con una selva, y un gran volcán en el centro.

"Flipa. Del norte al sur en dos segundos."






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