09 julio, 2012

Viaje al Destino (Parte II)

Largas jornadas de cabalgata les llevaron más allá de las tórridas tierras de Calim, subiendo por caminos  relativametne frecuentados por mercaderes, viajeros y algún que otro grupo de bandidos, sin que ninguno representara algún problema para las dos jóvenes aventureras. Todas las noches, Shana miraba su camino en las estrellas, y éstas la seguían guiando más al norte.

Atravesaron el Bosque de la Serpiente y bordearon hacia el Este los Picos de las Tormentas, llegando a Cormyr a primeros de mayo. Ambas deseaban entrar en la ciudad, pero por motivos bastante diferentes: Shana necesitaba un baño y dormir en una cama; Kate, comida caliente (las provisiones de Mirajane hacía tiempo que estaban terminadas y la carne seca empezaba a saberle a suela de zapato) y conocer otro lugar nuevo que además, por lo que parecía, estaba disfrutando de su fiesta anual.

Cormyr era una de las ciudades más importantes de Reinos; estaba situado a orillas del Mar de las Estrellas, en una zona conocida como El Dralagón. La proximidad de los Picos de las Tormentas, con nieve en sus cotas más altas durante todo el año, hacía de sus escasas praderas aledañas un lugar perfecto para cultivos. Pero por lo que realmente era admirada Cormyr era por su disciplinada milicia y, sobre todo, por sus guerreros de élite, los Caballeros Dragones Púrpura.

Se acercaron las dos a una de las puertas de entrada a la ciudad. Kate llevaba sus ropas de viaje: pantalones largos y cómodos de algodón, una camisa entallada y una cinta en la cabeza, que le ayudaba a mantener el pelo lejos de los ojos. Completaba su indumentaria sus guantaletes, su petate y su bolsa de contención. Shana, con su túnica blanca, el bastón y el shiangan a la espalda, caminaba a su lado apurando el paso.

Unos guardas les dieron el alto en la puerta:

-¡Alto! Documentación.
-¿Documentación?
-¿No teneis visado? ... - El soldado miraba a Kate de arriba abajo, comprobando que lo que veían sus ojos era cierto: tenía escamas, y garras.
-¿Vi... visado? Oiga, somos aventureras, ¡sólo queremos comprar algo de comida para seguir nuestro viaje!
-Si no teneis visado, no podeis pasar. Y no creo que lo tengas, salvaje.
-¡Pero...! -Kate estaba a punto de perder la paciencia. ¡Si sólo querían hacer gasto en la ciudad!
-Disculpe -Shana sonrió al guarda. - No tenemos visado. ¿Podría indicarnos, por favor, si es tan amable, cómo conseguir alguno para mi compañera? Yo creo que con esto tengo suficiente.

Sacó de su bolsa un pequeño amuleto, que Kate no pudo ver bien, pero al parecer a los guardas les bastó como indicativo. Empezaron disculparse con la joven clériga.

-¡Discúlpenos, señorita Astralnight! No teníamos noticias de que fuese a visitar la ciudad. Si hubiese avisado se habría preparado un recibimiento como el que merece; discúlpenos, por favor...
-No, no, está bien. No estoy aquí como diplomática, sino como viajera. Esta es mi acompañante, Kate Sand; confío en que no habrá problemas en hacerle un visado. No nos quedaremos mucho tiempo.
-¡Por supuesto! -El guarda que antes la escrutaba con la vista era ahora todo amabilidad. Qué ironía. -Por favor, señoritas, acompáñennos; será un momento.

Kate estaba ojiplática. La reacción de los guardas había sido asombrosamente exagerada, pero eso indicaba que la familia de Shana era asombrosamente importante. Era algo que ella no había comentado. Tal vez no le diera importancia, pero sin duda en esta ocasión había sido fundamental para poder pasar. Kate había estado a 3 segundos de darle al guarda un buen puñetazo, por racista y corto de miras.

Le pidieron sus datos (nombre: Kate Sand; procedencia: Puerto Calim; lugar de nacimiento: desconocido; familia: desconocida) y una muestra de su sangre. A cambio le entregaron un papel en el que se le daba libre acceso a la ciudad  como turista durante una semana y una hoja en la que especificaba las normas fundamentales de la ciudad. Dobló la hoja de las normas por la mitad, luego en otra mitad, y se la metió en la bolsa, sin mirarlas.

Cuando se encontraron, Kate vió que a Shana le habían colocado un curioso lazo en el shiangan.

-Normas de la ciudad -Shana sonrió y miró a la gente que caminaba a su alrededor, para que Kate lo viese -. No se pueden llevar armas a la vista, salvo las autorizadas, que se distinguen por este lazo. 

Las calles de Cormyr olían muy distinto. A ropas de terciopelo, pollos estofados y sopas espesas de pescado. Pero todo el aire serio y disciplinado que tenía la ciudad se perdía al llevar todos algún lazo colgando en algún sitio.

"Menos mal que no me ataron las manos. Bueno, aún me quedarían las piernas."



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