21 noviembre, 2021

Cómo eludir la muerte durmiendo: conociendo a Elana.

A la mañana siguiente salen de la posada, compran raciones y algunas cosas que creen que serán necesaria y se despiden del caballo de guerra pequeñito. Saben que no podrá escalar las escarpadas paredes de su próximo destino: la Cordillera del Gusano. Mejor en Fortaleza del Troll que comido por los lobos abandonado a su suerte.


Es un trayecto corto, pero las piernas de Markus son aún más cortas.

Una semana de viaje, con las jornadas interminables al paso del enano cargado con su armadura y su escudo pavés (ya que Kena carga el resto de su equipaje), da para muchas historias. Diluc resulta ser, para sorpresa de nadie excepto para Kena, un excelente comunicador, y ella no deja de escuchar, fascinada, todas las fábulas y chismes que tiene el bardo para compartir. La bárbara relata también grandes hazañas de los guerreros de su clan, y le cuenta cómo llegó a los pies de Markus tras matar muchos osos no-muertos en su prueba de madurez.


Llegan finalmente a la falda de la montaña donde, se dice, se esconde el nigromante. Empiezan a escalar con dificultad: Kena va delante, cargada con las cosas del enano y ayuda a izar a Diluc y Markus cuando ha llegado a algún saliente pero, en un momento dado pierde el equilibrio mientras escala un tramo y cae rodando hacia atrás, cuesta abajo...

Y se hace muuucho daño.


Mucho. A partir de ese momento, Diluc decide ayudar a escalar (antes de que Kena insista en seguir subiendo primero, a pesar de sus heridas, y viendo que Markus no va a poder subir solo, ni habiéndose quitado la armadura). Resulta que, además de saber hablar, también es muy ágil! "Qué suerte habérnoslo encontrado en la taberna" - piensa Kena - ", y tampoco parece tan enclenque...".


Tras lograr subir por la ladera escarpada y casi mortal, llegan a un bosque donde, casi de inmediato, el paladín empieza a sentirse mal. Tras buscar un rato un lugar para acampar, encuentran un claro con los restos de un campamento... y 6 cadáveres. Mientras pisan con cuidado entre los restos de la batalla, atentos a cualquier sonido, escuchan algo. Es un gruñido?

No. Es más bien... Un ronquido?


-Gggggghhhh... ggggghhhhhh...

Kena avista un bulto roncante en una rama de un árbol, y se lo señala a los demás. Diluc le tira una piedra para despertarlo; no saben si será amistoso pero algo tiene que saber de lo que ha pasado aquí.

Toc!

-Uh...

-Eh! Hola!

-Uh... Qué? Uf... Qué? - El bulto se despereza y mira hacia abajo. Su cara de sorpresa indica al grupo que no tiene mucha idea de lo que ha podido pasar - Estaban así cuando llegasteis?

-Igual de muertos 😕

-Mierda...


La mujer baja ágilmente del árbol. Elana, como se presenta, formaba parte de la expedición que montó el campamento. Cuando le tocó la guardia subió al árbol para vigilar y se quedó totalmente dormida "cosa que no es nada habitual", apuntilla. No tiene ni idea de qué pasó después, pero a la vista está que nada bueno.


El problema es que mientras están hablando UN CADÁVER SE MUEVE Y ALCANZA LA PIERNA DE MARKUS! Y además le muerde! PORQUE ESTABA SIN ARMADURA TRAS ESCALAR LA MONTAÑA! Kena intenta proteger a su amigo pero les han rodeado sin que se hayan dado cuenta por estar hablando; los cadáveres se empiezan a apilar alrededor de Markus, que sufre heridas bastante graves en muy poco tiempo! Kena no para de blandir su hacha de aquí para allá pero con la desesperación empieza a fallar mucho.

(NdA: No fue desesperación, fue una serie continua de "el dado tiene el día tonto". Todos tenemos días tontos, los dados también pueden tenerlos.)


Logran ir cargándose a todos pero Markus CASI SE CERCENA UNA PIERNA, y cae inconsciente.

(NdA: Tampoco fue desesperación, fue una serie continua de "el dado tiene el día tonto" y los unos se empezaron a acumular...)


Un zombi, encantado de la vida (jaja), empieza a trepar por su cuerpo para darse un buen festín. Kena se gira y, con ayuda de Diluc, patea al zombi que se quería comer al paladín, pero otros dos no-muertos la atacan a su vez y la hieren muy gravemente, haciendo que pierda la consciencia (NdA: recordemos que ya estaba herida de ir escalando la montaña).


En ese momento, mientras las nieblas de la muerte empiezan a tomar la mente de Kena, en el breve lapso de tiempo en el que la realidad deja de tener absoluto sentido y la imagen que tiene en la retina mientras cae al suelo se desvanece, le parece que Diluc susurra unas palabras en medio de la oscuridad de la noche y el caos de la batalla. "Qué estúpido" piensa, "ponerse a cantar ahora... Volveré a rodar sobre la hierba por toda la eternidad... Padre..."


Pero Kena no muere ese día.


El combate termina y Diluc y Elana se encargan de los dos heridos. Buscan un lugar donde descansar, lejos de la podredumbre que desprende el bosque. Se han dado cuenta de que no se oye ni un animal. Los cadáveres de los ahora muertos se deshacen lentamente en cenizas, que el viento transporta sin dificultad haciendo que el aire huela a oscuridad y muerte. 


Vamos, que quedarse en ese bosque da MUY MAL ROLLO.


Durante un tiempo que a Kena se le hace extrañamente corto y largo a la vez, entre nieblas de sueño y sueños de niebla, el bardo les canta canciones y les ofrece, junto a Elana, breves tragos de agua y comida. Tanto Markus como la bárbara sanan excepcionalmente rápido, pero no todas las heridas desaparecen: a partir de ahora Kena portará con orgullo su nueva cicatriz en la pierna izquierda, que suma a la que ya tenía en la cara en forma de oso, mostrando al mundo su ferocidad y valentía.



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